Todo para Bebe: Resumen de la semana del 29 de Abril al 5 de Mayo en Peques y más

miércoles, 5 de mayo de 2010 |

Todo para Bebe: Resumen de la semana del 29 de Abril al 5 de Mayo en Peques y más


Resumen de la semana del 29 de Abril al 5 de Mayo en Peques y más

Posted: 05 May 2010 12:00 PM PDT

diente.jpgOtra semana más os acercamos algunos de los artículos más interesantes de Peques y más. Tras una semana con un día tan importante para todas las madres, no podíamos más que felicitaros Felicidades mamis y dar las gracias con un poema maravilloso que nuestra compañera Miriam nos ha recordado.

También hemos recordado esos inquilinos tan molestos en ¡Atención! ¡Piojos en clase!, donde se muestran algunos consejos para su eliminación. Al igual que hemos hablado de la caída del primer diente y lo que significa para los niños.

Finalmente hemos presentado aplicaciones gratuitas para la lectoescritura, que seguro resultará muy interesante para toda la familia.

Imagen | Mestdagh


Encuesta: ¿Cuántos hijos tienes y cuántos desearías tener?

Posted: 05 May 2010 10:09 AM PDT

madre-hija

Foto | mrhayata en Flickr


Dos únicos modos de crianza: con dinero y sin dinero

Posted: 05 May 2010 06:21 AM PDT

dolar

¿Pensáis que el modo de criar a vuestros hijos era especial? ¿Sentís que lo hacéis de un modo diferente al resto? ¿Cuántas crianzas distintas existen? ¿Se reduce todo a Estivill-Rosa Jové? ¿Crianza natural-“artificial”? ¿Y qué pasa con los ricos y los pobres?

Parece que ellos también tienen algo que ver en la manera de criar a los hijos. Según un estudio, sólo hay dos modos de criar a un hijo: con dinero o sin dinero. La filosofía educativa empleada por los padres respecto a sus hijos sólo dependería de su clase social, de si son de clase media o clase baja.

A esta conclusión llegó la socióloga Annette Lareau, de la Universidad de Maryland: los padres ricos criaban a sus hijos de una manera, y los pobres de otra. Y que ningún otro rasgo de las familias era importante a la hora de determinar el tipo de crianza de los hijos.

Lareau se integró en el seno de diversas familias muy diferenciadas entre sí, intentando que las familias actuaran con normalidad, como si ella no estuviera, y luego las acompañaba a todos sitios: a la iglesia, a los partidos de fútbol, a la consulta del médico… siempre con una grabadora en mano y un bloc de notas.

Padres ricos, padres pobres

Las dos filosofías de educación que descubrió, perfectamente delimitadas por la clase social y no por ningún otro factor, fueron:

  • Padres ricos o de clase media: dedican más tiempo al ocio de sus hijos, apuntándoles a numerosas actividades extraescolares, como natación, música, etc. Además, estos padres se involucran con los profesores, los entrenadores o los compañeros de equipo, y trasladan a los hijos de una actividad a otra personalmente. Los padres escuchan más a sus hijos, y éstos intervienen en las decisiones de la familia.

A este estilo de educación de la clase media Lareau lo llama "cultivo concertado". Es un intento activo de "fomentar y evaluar los talentos de un niño, sus opiniones y capacidades", algo que me parece esencial en el trato con nuestros hijos (no tanto “evaluar“como potenciar).

Sin embargo yo sé de padres de clase media y acomodada que no responden a estos parámetros, que no se preocupan del tiempo libre de sus hijos, que los dejan solos en casa o que los “empaquetan” a actividades que los niños detestan, que no se preocupan de su educación, tampoco la escolar, ni mantienen relaciones con el cetro educativo. Conozco padres estrictos, padres permisivos y padres pasivos o “inexistentes”.

  • Padres pobres o de clase baja o media-baja: no hay planificación tan intensiva. Los niños se entretienen jugando con sus hermanos u otros niños del vecindario. Viven más separados del mundo adulto. Escogen actividades por propia iniciativa y se trasladan solos para acudir a ellas.

Los padres pobres tienden a seguir una estrategia para el logro de un "crecimiento natural". Consideran responsabilidad suya el preocuparse por sus hijos, pero tienden a dejarlos “cultivarse” y desarrollarse solos. De ahí la distinción entre “cultivo” para el estilo de los padres ricos y “crecimiento” para el estilo (¿o falta de estilo?) de los pobres.

Nótese el adjetivo “natural” que la autora otorga a esta modalidad, que no parece concordar, al menos no totalmente, con la conocida por nosotros como “crianza natural”.

Sin embargo yo sé se padres de clase baja que se preocupan por atender a los gustos de sus hijos, que hacen esfuerzos para que no estén solos y mantienen contacto con el centro educativo. No son la mayoría, pero tampoco son casos raros. Conozco padres estrictos, padres permisivos y padres pasivos o “inexistentes”.

¿Qué consecuencias tienen esos dos estilos en los hijos?

pobreza

Los niños de familias pobres se quejan menos, son más dóciles, más creativos a la hora de aprovechar su tiempo.

Los niños pobres y de clase obrera se caracterizarán por "una sensación emergente de distancia, desconfianza y constreñimiento". No saben cómo conseguir lo que quieren.

Pero en términos prácticos, el “cultivo concertado” presenta más ventajas. La otra filosofía de educación permite que el niño esté expuesto a más experiencias cambiantes y cultivadoras. Interioriza la idea de "tener derecho". Aprende a trabajar en equipo y a adaptarse a entornos muy estructurados.

En palabras de Lareau:

Estos chicos actúan como si tuvieran derecho a perseguir sus propias preferencias individuales y a relacionarse activamente en entornos institucionales. Se muestran cómodos en tales entornos; están abiertos a compartir la información y a reclamar atención. (…) Entre niños de clase media es práctica común cambiar las interacciones para satisfacer sus preferencias (sirviéndose de su conocimiento de las reglas). Ya desde cuarto curso, los niños de clase media demuestran autonomía para actuar en su propio favor y obtener ventajas. Así, hacen peticiones especiales a profesores y médicos para que ajusten los procedimientos al acomodo de sus deseos.

Mi experiencia con niños de clase media-alta y baja

Lo que sucede es que aquí se está dando por sentado que los entornos institucionales o “estructurados” son los más idóneos, cuando sabemos que no es así para muchos niños (provengan del estrato social que sea).

En fin, ésas son las conclusiones de esta señora, aunque yo no las comparto. No digo que ambos estilos determinen en mayor medida el que crezcan niños con las características indicadas, pero no creo que esos estilos estén directamente relacionados con el nivel económico de las familias.

Como profesora en distintos centros educativos he conocido a niños y niñas de muy distinta condición social, y entre los de clase media he visto de todo, y entre la clase baja he visto de todo.

No creo que esos niños hayan sido educados igual a pesar de pertenecer a clases sociales idénticas, aunque sí hay ciertas características que se repiten más frecuentemente (no siempre). Pero hay padres despreocupados entre los ricos y los pobres, con hijos descuidados. Y padres atentos también.

Conclusiones

Yo sí creo que hay muchas maneras de educar a un hijo, incluso entre los ricos y los pobres. Lo vemos en el blog cada día, con las opiniones de padres que probablemente se mueven en un espectro similar de clase media: existen muchos matices a la hora de afrontar el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos, la convivencia con ellos y con el entorno.

Como también creo que no hay determinismos absolutos, y que aunque nuestra condición social y nuestro modo particular de criar y educar a nuestros hijos evidentemente constituirán las bases del futuro adulto, su propia personalidad, su círculo de relaciones, el resto de la familia, el entorno… influirán en lo qué serán ese niño o esa niña de mayores.

De hecho, creo que el mayor problema de estudios como este es el querer separar radicalmente “estilos” diferentes, modos de crianza opuestos, y otorgarles validez absoluta, con uno en posesión del bien y la verdad y el otro en el camino equivocado y fatal.

Y una última objeción al estudio es que evidentemente está restringido a nuestro “primer mundo”, pero coincidiréis conmigo en que, de una u otra forma, los padres del tercer mundo también han de criar a sus hijos, como lo hacen en las tribus africanas o en ciertas comunidades indias, sin ningún modo de vida acomodado con el que comparar, sin escuela ni instituciones.

Y no me refiero sólo a las sociedades más desfavorecidas, sino también a aquellas que no ven la felicidad con nuestro mismo prisma, que necesitan muy poco para vivir y criar hijos felices. Otra cuestión es si nos cambiaríamos por ellos.

También dudo que la autora del estudio conviviera con familias realmente marginales y desestructuradas, en las que las situaciones de los niños poco tienen que ver con las descritas (ni escuelas, ni médicos, ni partidos de fútbol…).

No sé si pensaréis que la clase social asociada al dinero que se tiene es lo que determina nuestro modo de criar a los hijos, reduciendo los modos de crianza a dos: con dinero y sin dinero. Y, sobre todo ¿cuál sería mejor?

Vía | Genciencia

Fotos | cmpalmer y Albert Gonzalez Farran en Flickr

En Bebés y más | ¿Cuántos hijos tendríais si tuvierais más dinero?, Tipos de vínculo con nuestros hijos, Islandia, la buena vida y los niños felices


Hijos obesos, qué pueden hacer los padres

Posted: 05 May 2010 03:56 AM PDT

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La obesidad infantil es uno de los temas que más preocupan a los padres. Las consecuencias sobre la salud de los niños y su forma de sociabilizarse causan incertidumbre en los padres que a veces no saben de qué forma ayudarlos. Veamos algunas recomendaciones sobre qué pueden hacer los padres de hijos obesos.

Los padres tenemos una gran influencia en nuestros hijos. Somos el pilar fundamental en el que se apoyan cuando tienen un problema. Por eso, toda la familia debe involucrarse en el tratamiento del pequeño siguiendo ciertas normas de conducta con el fin de que el niño supere la enfermedad de la mejor forma posible.

  • Reconocer el problema: muchos padres no ven los kilos de más de sus hijos como un verdadero trastorno, pero el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo.
  • Buscar ayuda profesional: la mediación de los expertos es otro paso fundamental. Un profesional de la nutrición marcará las pautas a seguir para cambiar los hábitos alimenticios de una forma eficaz. Tampoco se debe descartar la ayuda de un psicólogo infantil, muchas veces necesaria.
  • Cambiar los hábitos: es importante dar un giro al estilo de vida que lleva el niño. Modificar la alimentación, fomentar la práctica de ejercicio, evitar el sedentarismo son conductas que deben incorporarse de forma natural a la vida del pequeño. Sin prohibiciones ni agobios, pues pueden surtir el efecto contrario al deseado.
  • Brindar apoyo emocional: es una de las claves, pues ningún tratamiento funciona si el niño no se siente apoyado por sus padres. El cariño, el acompañamiento y la comprensión de los padres le darán la seguridad necesaria para afrontar el problema.
  • Predicar con el ejemplo: no es coherente decirle al niño que se alimente bien o haga ejercicio cuando los padres hacen lo contrario. Los padres son el primer y el mejor ejemplo para sus hijos. Tal vez es la oportunidad ideal para cambiar los hábitos a nivel familiar y así el niño se sentirá más arropado y menos ajeno.
  • Reforzar conductas positivas: un clima tenso podría causar mayor ansiedad en el niño provocando un efecto no deseado. El tratamiento será más efectivo si los padres se centran en lo positivo elogiando conductas saludables en lugar de recalcar las negativas.
  • No bromear sobre el peso del niño: ridiculizar al niño, humillarlo, etiquetarlo de gordo o perezoso son comentarios que hacen mella en su autoestima y en su estado de ánimo. El niño naturalmente se hundirá y esto repercutirá negativamente en su relación con la comida.
  • Un ambiente familiar seguro: el estrés familiar predispone a los malos hábitos y a promover la obesidad infantil, por eso un ambiente familiar relajado en el que el niño se sienta seguro, querido y atendido le ayudará a recuperar la confianza en sí mismo.

Foto | colros en Flickr
En Vitónica | Consejos para padres de niños obesos
En Bebés y más | Padres preocupados por la obesidad infantil, Obesidad infantil, peso físico y sufrimiento psicológico, El estrés familiar predispone a la obesidad en los niños


Historias de madres: "Ha sido un camino duro en su inicio, pero lleno de felicidad, satisfacciones y buenos momentos"

Posted: 05 May 2010 01:00 AM PDT

Carla-Rafa

Cada día, publicamos una de las Historias de Madres que nos enviáis a nuestro correo electrónico. A través de ellas y de las preciosas experiencias que cuentan queremos homenajear a las mamás en este mes de mayo en el que se celebra el Día de la Madre en la mayoría de los países del mundo.

El relato de hoy es una dura pero emocionante experiencia con final feliz que han vivido Clara y su pequeño Rafa con la lactancia materna.

Rafa nació antes de tiempo, cinco semanas no es mucho, pero sus pulmones no estaban preparados para respirar. Lo ingresaron en neonatos. A los dos días ingresó en la UCI de prematuros. Muchas palabras nuevas, no entendía, me daba miedo preguntar porque no entendía las respuestas. Los médicos lo hacían todo, yo no podía ni tenerle en mis brazos, solo acariciarle a través de una ventanita. Aprendimos a comprender a los médicos, interpretábamos cada palabra, cada gesto, cada mirada.

Yo solo podía hacer una cosa por Rafa: mantener la leche para cuando le quitaran los tubos. Me dedicaba día y noche a sacarme leche. Cada dos horas, cada tres, cada media.

– A demanda- decía yo.

- A demanda ¿de quién?- decían otros.

- De mí. De la urgencia y la necesidad que tengo de hacerlo para cuando se ponga bueno.

- Tú lo que tienes que hacer es descansar.

- (Y vosotros lo que tenéis que hacer es dejarme en paz)- debía haber respondido ésto, pero no lo hacía.

Llegó el día en que Rafa salió del hospital y a mí no me quedaba demasiada leche, conseguimos que se enganchara tras tres semanas de intentarlo. De ahí a la lactancia sin complementos recorrimos casi dos meses de lágrimas y risas. Las lágrimas de querer tomar teta y no saber, las risas de conseguirlo, lágrimas de nuevo porque se olvidaba y había que volver a empezar, y de nuevo risas y sueños tranquilos cuando mamaba.

A los dos meses y medio Rafa pasó sus primeras 24 horas sin suplementos, sin biberones de leche de fórmula, sin lágrimas, sin sacaleches. Desde ese día digo "Sólo teta" a quien me quiera escuchar (y a quien no quiera también).

Ahora Rafa tiene diez meses, es un niño sano y feliz. Ha sido un camino duro en su inicio, pero lleno de felicidad, satisfacciones y buenos momentos.

Esperamos que la experiencia de Clara y Rafa con la lactancia sirva para otras madres que decidan amamantar y puedan verse en situaciones similares. El sendero puede estar lleno de baches pero cuando hay ganas y constancia al final del camino espera una recompensa.

Recordamos a todas las madres que quieran compartir sus experiencias que podéis enviar vuestra historia de entre 5 y 8 párrafos junto con una o dos fotos (mín. 500 px de ancho) en la que salgáis junto a vuestro hijo o hijos a historiasdepadres@bebesymas.com .

En Bebés y más | Mamá, cuéntanos tu historia, Historias de padres


El pescado en la alimentación infantil

Posted: 04 May 2010 11:00 PM PDT

pescado

El pescado es un alimento saludable que aporta múltiples beneficios a nuestro organismo. En la alimentación infantil, podemos empezar ofreciendo pescado blanco hacia los nueves meses o el año, y pescado azul unos meses después.

Los niños suelen aceptar bien este alimento por su textura, aunque quizá al principio les cueste acostumbrarse a su sabor, diferente a leche, cereales, fruta, verdura y carne, que es lo que han venido tomando hasta ahora. Hemos de probar a dárselo poco a poco, mezclado con verduras, para que vaya aceptando su sabor.

Como veremos, se recomienda comenzar con los pescados menos grasos, los blancos, como lenguado, merluza o pescadilla, para pasar después al pescado azul, con más grasas (atún, pez espada…).

Pasemos a ver detenidamente cuáles son los beneficios del pescado en la dieta, así como el momento de introducción y la manera de prepararlo para la alimentación del bebé.

Edad de introducción del pescado en la alimentación infantil

Hay mucha variedad de recomendaciones acerca de la edad idónea de introducción de pescado en la dieta infantil.

El pescado puede empezar a ofrecerse, según la AEPED, a partir de los nueve meses y no anteriormente porque que los bebés lo toleran mal (retrasa el vaciamiento gástrico, puede producir reacciones alérgicas y contienen sustancias tóxicas como mercurio y ácido bórico).

Sin embargo otras asociaciones retrasan la introducción del pescado a los 12, a los 18 meses e incluso hasta los tres años de edad (por ejemplo, la Asociación Americana de Pediatría)

Muchos autores, dado que es difícil conocer los antecedentes familiares y habiendo casos de alergia, recomiendan ofrecer los alimentos potencialmente alergénicos, entre ellos el pescado (también leche de vaca, huevos, frutos secos, soja…), a los 12 meses para todos los niños.

Como ya indicáramos en la guía de introducción de la alimentación complementaria, la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) indica que el bebé con alergia o con alto riesgo de padecerla deberá esperar a los tres años.

En esos casos, se debería empezar por el pez espada o emperador, bonito o atún (aunque estas especies se recomiendan de tamaño pequeño, porque los grandes acumulan mercurio que también es desaconsejado), lenguado y otros peces planos y finalmente bacalao y merluza, que son los que más alergias provocan.

Se suele diferenciar entre pescado blanco y pescado azul. La AEP nos dice que se inicia con pescado blanco que tiene menos grasa, alternándolo con la carne (pollo, vaca, ternera, cordero, hacia los 9-10 meses). El pescado azul, más graso, se introduce después, hacia los 18 meses.

Beneficios del pescado en la alimentación

Pescado2

El pescado previene enfermedades cardiovasculares, reduciendo el riesgo de arritmias y coágulos, y es una importante fuente de yodo.

El yodo es vital para el desarrollo de los niños, y organizaciones como la OMS y UNICEF afirman que la carencia de yodo es la principal causa de lesiones cerebrales durante la infancia.

Por ello la erradicación de los trastornos provocados por la carencia de yodo constituye una prioridad mundial en salud pública. Hoy en día, prácticamente todo el yodo se encuentra en los océanos y la principal y casi exclusiva fuente de este mineral son los alimentos de origen marino, como el pescado.

Además el pescado es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico y, como la carne, es una buena fuente de hierro y zinc.

Los ácidos grasos del pescado azul (trucha, caballa, atún, sardinas, arenque, salmón…) tienen una gran proporción de poliinsaturados de cadena larga Omega 3, importantes para el desarrollo neuronal y el de mar es una buena fuente de yodo. Los ácidos Omega 3 han mostrado sus beneficios de muchas formas.

Todos los tipos de pescado contienen algo de ácidos grasos Omega 3, pero el pescado azul contiene más que el pescado blanco (bacalao, merluza…).

El pescado además disminuye los niveles de triglicéridos y mejora la salud arterial. Hay estudios que relacionan el consumo habitual de pescado con una reducción de los riesgos de sufrir demencia, cáncer de próstata o de útero.

En general en el mercado de la mayoría de países existe rica tradición pesquera y posibilidades de acceder al pescado fresco incluso cuando no se tenga cerca el mar, por lo que siempre estará a nuestro alcance este alimento tan saludable que podemos preparar de maneras diferentes, empezando por las papillas del bebé.

Modo de preparación del pescado en la alimentación del bebé

El pescado que daremos al bebé ha de ser cocido (fresco o congelado). El pescado congelado
tiene el mismo valor nutritivo que el fresco. El pescado ahumado, crudo y enlatado en conserva no es adecuado para bebés y niños pequeños.

El pescado crudo tiene riesgos de transmitir al niño (y adulto) la parasitación o alergia debido al Anisakis, un parásito en forma de gusano que anida en mamíferos marinos, peces y crustáceos, y además no es tan fácilmente digerible como el pescado cocinado.

El pescado se debe introducir en la dieta del bebé triturado y en pequeñas cantidades que iremos aumentando progresivamente. A los 9-10 meses ya se puede dejar la papilla menos triturada, con trocitos pequeños, pues el bebé empieza a conocer nuevas texturas y a practicar la masticación.

Cocinaremos el pescado que ofrezcamos al bebé al vapor, hervido o al horno, sin añadir sal ni especias. La papilla de pescado además añadirá verduras variadas, también cocinadas, excepto las que se recomiendan después de los 12 meses si el niño no tiene aún esa edad.

Antes de que el bebé tome el puré de pescado se puede añadir una cucharadita de aceite de oliva en crudo, y después del año una pizca de sal.

Hemos de ser cuidadosos a la hora de extraer las espinas, escogiendo los trozos que menos lleven (normalmente los lomos no llevan, aunque puede ser que haya alguna) y desmenuzando el pescado, si es necesario con las manos, para detectar cualquier pequeña espina que pueda haber quedado.

En cuanto el bebé se acostumbre al sabor del pescado acabará aceptándolo como un alimento más de su dieta. Así, desde bien pequeñitos, se sientan las bases de unos hábitos alimenticios saludables.

En próximas entradas iremos analizando detalladamente los tipos de pescado para ofrecer al bebé.

Más información | AEPAP, AESAN
Fotos | po.psi.que y Andie712b en Flickr
En Bebés y más | Alimentación complementaria: el pescado, Trucos para que los niños disfruten del pescado


¿Aprendemos de los hijos o intentamos que sean como nosotros?

Posted: 04 May 2010 09:00 PM PDT

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Que el mundo parece girar cada día más rápido no es ninguna novedad. El ritmo de vida es cada vez más frenético y parece que vivimos deprisa esperando siempre el siguiente escalón.

Cuando un niño nace, los padres tendemos a pensar que no saben nada, que vienen como un cuaderno en blanco en el que debemos escribir para que aprendan y siempre esperando que maduren rápidamente para que dejen de llorar, para que empiecen a dormir más, para que se hagan más autónomos y en definitiva para que se adapten cuanto antes a nuestro ritmo de vida.

En este proceso en el que tratamos de volcar nuestro ser en ellos, intentando por lo tanto que sean como nosotros, no pensamos (de hecho a nadie se le pasa por la cabeza) que ellos tienen más que enseñarnos a nosotros que nosotros a ellos.

Sólo porque somos personas adultas, más grandes, más altas y más fuertes, dueñas de una información de la que ellos carecen creemos, desde que nacen, que nuestra misión es hacerles tal y como somos nosotros.

¿Y quienes somos nosotros?

Aquí es donde está el dilema. Pocas personas (y tristemente no considero que yo pueda incluirme en este grupo) saben realmente quiénes son ellos mismos.

Dicho de otro modo, tratamos de hacer que nuestros hijos sean como nosotros sin pensar qué somos nosotros mismos, hasta dónde hemos llegado ni cuál es el estado de nuestra vida interior, de nuestro equilibrio emocional o de nuestra autoestima.

Esto hace que personas llenas de complejos, de preocupaciones, de un ritmo de vida del que querrían poder huir, con un nivel de autoestima cuestionable, con vicios y obsesiones que querrían eliminar y con unas cuantas heridas emocionales producidas por personas que en su momento también tenían las suyas propias estén luchando, día tras día, por hacer de los niños una persona afín a ellos, semejante, que no desentone y, por lo tanto, con los mismos defectos.

Conócete a ti misma

Sé que puede sonar a Power Point sacado de un e-mail en cadena, pero el mejor camino para ser una buena madre es conocerte a ti misma, echar el freno de mano, hacer un viaje interior observando todas las capas y corazas que cubren la inocencia con la que naciste, las heridas que siguen sin curar, los problemas de la infancia que no pudiste afrontar porque eras pequeña y que te producen un nudo en el estómago si los recuerdas, las malas costumbres, los vicios y las obsesiones de los que querrías desprenderte y cómo no, todo aquello que te hace sentir bien, que no todo nuestro ser es negativo.

A través de ese viaje podrás empezar a ser honesta contigo misma y, sobretodo, podrás ser capaz de ver que el camino de tus hijos no tiene por qué ser el mismo que tú caminaste, ni el mismo que ahora caminas.

Aprender de ellos

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“¿Qué puedo aprender de un niño, si ni siquiera habla?”, podría preguntarse cualquier persona. Pues mucho, muchísimo. El problema es que hemos dejado de ser niños, hemos olvidado lo que suponía ser uno de ellos. Hemos dejado de percibir el mundo con los cinco sentidos y de empaparnos de la alegría que se nos ofrece cada día y ya no sabemos disfrutar de la cotidianidad.

Hemos crecido tratando de ser más fuertes, más listos, más resistentes y más impenetrables para sobrevivir. Así hemos logrado nuestra cota de éxito, que es lo que se valora en las personas, pero hemos perdido alegría, creatividad, espontaneidad y libertad.

Hemos luchado tanto por crear nuestra propia fortaleza, nos hemos cerrado tanto en nosotros mismos que, sin querer, hemos empezado a morir por dentro, viviendo una vida en la que no sabemos casi amar, tratando de querernos a nosotros mismos y en la que no nos queremos comprometer ni exponer ante los demás por miedo a sufrir (cerrándonos aún más).

Los niños nacen con todo aquello que nosotros nos hemos dejado en el camino: son libres, creativos, espontáneos y rebosan alegría e inocencia.

En un mundo mejor los padres deberían tratar de enseñar menos y aprender más. En un mundo mejor los padres deberían tratar de ver el mundo a través de los ojos de sus hijos, para conocerse a sí mismos a través de la infancia que ya no recuerdan, pero que vivieron. Quizás así recuerden todas aquellas características que les hacían más felices y recuperen algo de ellas.

Fotos | Flickr – AdamSelwood, Inferis
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