Todo para Bebe: "La mujer en el parto debe sentirse grandiosa, poderosa". Entrevista al doctor Emilio Santos (IV)


"La mujer en el parto debe sentirse grandiosa, poderosa". Entrevista al doctor Emilio Santos (IV)

Posted: 13 May 2010 09:00 PM PDT

Emilio Santos

Hemos publicado ya tres entrevistas al doctor Emilio Santos, ginecólogo y psiquiatra, especialista en los aspectos emocionales de la embarazada y la parturienta, dedicado profesionalmente a la atención de partos en casa.

Hoy vamos a abordar una nueva batería de preguntas, esta vez centrándonos precisamente en los sentimientos de la madre que da a luz y veremos como nos explica algunas de las sensaciones que las mujeres manifiestan en sus partos hospitalarios no respetuosos y también la manera en la que él atiende los partos para permitir que la parturienta se sienta segura y capaz de parir en intimidad y libertad.

Cuando yo conocí a Emilio Santos, hace ocho años, había algo en él que me resultaba fascinante. Estábamos en reuniones de mujeres que hablaban de sus partos, muchas veces vividos con dolor emocional, e investigaban y se comprometían en lograr una mejora del modelo de atención al parto en España. Él apenas hablaba, miraba y escuchaba, con los ojos llenos de sensibilidad y respeto, sin imponer nunca su opinión, sino más bien queriendo saber que nos preocupaba.

En aquellas reuniones solía ser el único hombre, aunque a veces venían papás, si era desde luego el único ginecólogo varón. La sensación de ternura y cercanía que transmitía simplemente con su presencia silenciosa y respetuosa me resultaba emocionante. Hoy, años después, lo he conocido mejor, y comprendo aquellas sensaciones, aumentando cada día la admiración por su trabajo y su atención consciente, pero sobre todo por su humanidad extraordinaria.

¿Existe un especial trato “violento” a las parturientas en el sistema hospitalario?

La mayor parte de los profesionales que asisten al parto son correctos en la educación y tienen la intención de colaborar en la medida de sus posibilidades a que el proceso transcurra de la mejor forma posible. No conozco profesionales malintencionados ni que tengan una especial animadversión contra la mujer de parto.

¿Porqué entonces hay mujeres que sienten que no las trataron bien, especialmente si quieren un parto natural?

Lo que ocurre es que en un ánimo de contribuir en la educación para la salud, los profesionales se creen en la obligación de encauzar a aquellas mujeres que por sus ideas o por lo que han leído quieren un parto diferente. La mayoría de los profesionales viven el parto como algo peligroso, lleno de riesgos.

Por su formación, muchos profesionales, viven el parto en la creencia de que realmente los controles exhaustivos del embarazo y el seguimiento médico y tecnológico del parto está salvando vidas.

La mayoría de los profesionales no han presenciado en su vida el proceso de mujeres pariendo libres según si instinto y desconocen que ese tipo de partos tiene una tasa de complicaciones realmente baja. La mayoría de los profesionales creen que una mujer que quiere un parto en postura libre y sin interferencias es una mujer que no se preocupa lo suficiente por su seguridad o la de su bebé.

¿Se infantiliza a la mujer en sus partos?

A menudo hay un trato infantilizador detrás del trato cariñoso, representado en frases como "túmbate, bonita". Cuando queremos tratar de una forma cariñosa a un paciente pero al mismo tiempo queremos tener nosotros responsabilidad y poder sobre sus decisiones, el único resultado posible es el trato infantilizador.

Dentro de los actos médicos el caso del parto supone, además un caso muy particular. Primero porque el parto no es ninguna enfermedad y segundo e igual de importante porque entre las condiciones que la naturaleza tiene prevista para que el parto transcurra con normalidad está la condición de que la mujer debe sentirse grandiosa, poderosa. La naturaleza tiene previsto que el parto se posponga cuando hay delante la presencia de una figura de autoridad.

Creo que lo más difícil de aprender para las personas que atienden un parto natural es la humildad necesaria para ponerse en un plano de jerarquía social por debajo del de la mujer que está pariendo. A los médicos nos han enseñado a tomar decisiones por los pacientes, no a informar y preguntar qué prefieren.

¿Es más difícil dejar que la mujer decida?

El punto de vista del profesional es que el tiene una serie de conocimientos que ha adquirido tras muchos años de experiencia y de estudio. Muchos profesionales se creen con la responsabilidad de las decisiones sobre la salud de sus pacientes. Realmente estos profesionales llevan una pesada carga muy dura sobre sus espaldas. Cuando un profesional asume que su función es informar y asesorar y que, de verdad, las decisiones finales sobre la salud son de cada persona, realmente debería suponer un alivio de dicha carga de responsabilidad.

Lo que ocurre es que detrás de toda responsabilidad existe también un anhelo de poder. Y aunque la responsabilidad es una carga, la búsqueda de la sensación de poder es algo casi instintivo en el ser humano. Tenemos el instinto de tratar de tener las cosas bajo nuestro control.

Si lo pensamos fríamente, la responsabilidad y el poder son una carga, pero todos sabemos que esa responsabilidad y ese poder tienen algo que engancha, es casi adictivo. Cuando asumimos más responsabilidad, sentimos más poder y eso nos gusta, pero al mismo tiempo llevamos más peso. En realidad, es mucho más fácil nuestro trabajo profesional cuando descargamos esa carga en el paciente.

¿Cómo consigues entonces que la mujer sienta que tiene el poder cuando atiendes un parto?

Yo considero muy importante, cuando atiendo un parto, hablar poco, no sobresalir entre las personas que estamos presentes, evitar ser el centro de atención.

Hablar lo justo y en tono calmado e, incluso, tener una posición espacial inferior a la de la mujer. Si ella está sentada intento yo también sentarme o ponerme de rodillas; si ella está de rodillas, intento ponerme también de rodillas o en cuclillas; si ella está en cuclillas, intento ponerme también en cuclillas o sentado en el suelo y si ella está sentada en el suelo, intento yo también ponerme sentado en el suelo o tumbado.

Pero quizá más importante que todo esto que puede hacerse en el momento del parto es haber propiciado de antemano durante el embarazo una cercanía emocional y una familiaridad mutua desde la primera consulta.

¿Y eso como lo consigues?

Cuando me tratan de usted les propongo que nos tratemos de tú para ir tomando familiaridad. También aprovecho todas las ocasiones de saludo y despedida para dar un abrazo a la mujer que va a parir, a su pareja y a sus niños; y acepto cualquier invitación a compartir un café, una cerveza o una comida.

Cuando yo voy a atender un parto en un domicilio considero que voy a tener el privilegio y que necesariamente debo pertenecer un poco a esa familia.

Sé que si no lo hago así estoy creando un factor de riesgo de que el parto no vaya bien. Esto se debe a que el programa genético de la mujer tiene previsto que el parto transcurra en la intimidad o bien, como mucho, en la presencia de familiares cercanos que la hagan sentirse segura. Si la sociedad exige que en un parto exista un profesional ese profesional tiene que tener esto en mente en todo momento.

¿Te han contado muchas mujeres que sufrieron sensaciones de humillación e invasión durante su parto hospitalario?

Muchas. Un alto porcentaje de las mujeres que acuden a mi consulta para tener un parto en casa vienen dolidas porque percibieron ese tipo de sensaciones en un parto anterior. Yo sé bien que los profesionales que las atendieron no actuaron mal según los conocimientos que ellos tienen o según los protocolos establecidos; ni si quiera actuaron mal desde el punto de vista de las normas de educación. Pero también se que la mayoría de esos profesionales y, en general la ciencia médica al día de hoy, tienen un gran desconocimiento respecto a las necesidades emocionales de la mujer de parto.

Conclusión

Esta cuarta parte de la entrevista que Bebés y más ha realizado al doctor Emilio Santos nos revela las razones de algunas situaciones que las mujeres viven de manera negativa en lo emocional en sus partos hospitalarios y la forma en la que este profesional del parto respetado consigue evitarlas en su práctica. Seguiremos viendo otros aspectos, como la separación y sus consecuencias, la realidad de la práctica del corte precoz de cordón y otros temas importantes para profundizar en la manera más respetuosa en la que se puede atender la venida al mundo de los hijos.

En Bebés y más | “En la especie humana parir tumbada no es lo habitual”. Entrevista al doctor Emilio Santos (III), “Yo soy testigo de partos en los que el dolor ha sido nulo”. Entrevista al doctor Emilio Santos (II) , “La epidemia de oxitocina podría estar relacionada con la epidemia de autismo”. Entrevista al doctor Emilio Santos (I)


Historias de madres: "Lo amamos porque es la razón de nuestras vidas"

Posted: 13 May 2010 01:15 PM PDT

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Un día más os traemos una de las historias de madres que nos estáis enviando con motivo de la celebración del Día de la Madre.

Hoy es el turno de Yavery, madre de Alexander, mamá de Alana, que nos explica cómo fue su llegada a este mundo.

Mi historia empieza un 12 de enero del 2010. Ese día fue mi chequeo semanal, yo estaba feliz porque cada día era un paso más para conocer a mi bebé. Me revisaron y me dijeron que tenía la presión alta, que tenía que irme al hospital porque tenía que seguir más controles. Nos fuimos al hospital a las 8 de la noche, donde me prepararon para revisarme, me sacaron sangre y más sangre y mi marido y yo estábamos nerviosos, pero muy felices.

Esa noche nos hicieron volver a casa y nos dijeron que pidiéramos hora con el ginecólogo para inducir el parto. Mi marido le llamó al día siguiente y el ginecólogo nos dijo que debíamos ingresar ese mismo día en el hospital porque nuestro bebé tenía que nacer ya. Nos fuimos al hospital a las 6 de la tarde de ese día, me ingresaron en una habitación y me hicieron todo lo necesario para la gran llegada de nuestro Alexander.

Fueron 16 horas esperando a que mi bebé bajara y tuviera los 10 cm de dilatación para empezar la labor de parto, pero íbamos muy lentos. A las 11 de la mañana llegó el ginecólogo diciéndome que me rompería la bolsa y, desde ese momento, se sucedieron contracción tras contracción. Yo ya no aguantaba ni un segundo más y le dije a mi marido que llamara a la enfermera para que me pusieran la epidural. Y así fue, me pusieron la epidural y me relajé tanto que me entraron hasta ganas de comer, pero no quisieron darme. Llevaba ya 17 horas sin comer ni dormir, pero nada de eso me desanimaba en la espera.

Mi madre y mi hermana llegaron a las tres de la tarde del 14 de enero, yo ya llevaba varias horas de espera y tenía mucha ansiedad porque no llegaba ese momento tan especial. A las cinco de la tarde empecé a sentir dolor. Un dolor que se hacía cada vez más intenso. Llamamos a la enfermera y ella nos confirmó que estaba de 10 cm, yo me emocioné mucho, porque sabía que en cualquier momento conocería a la personita que me tuvo 9 meses en espera.

La enfermera me dijo que empezaríamos a las 6 pm a prepararme para que empezara la labor de parto. Y a las 6 en punto empezó la cuenta: “10, 9, 8, 7, 6, etc. descansa”, y luego otra vez. Así pasé dos horas pujando, pero Alex no tenía ganas de salir. Tras una hora más pujando yo ya no tenía más fuerzas. Veía la cara de mi madre y yo le decía “ya no puedo más”. Recuerdo que mi madre me dijo “hazlo por la personita que esta ahí adentro y que te ha tenido este tiempo con tantas ganas de darle besos y abrazarlo”.

Yo me decía a mí misma que sí, que podía. Pedí fuerzas a Dios, de todo corazón, pero el tiempo pasaba y el ginecólogo empezaba a mostrar cara de preocupación. Yo tenía un miedo enorme de que le pasara algo a mi bebé, entonces me pusieron una mascarilla de oxígeno y aún sentí más miedo. Rezaba para que no me fuera a desmayar, mis fuerzas eran muy pocas, escuché a lo lejos al ginecólogo decir que si en 15 minutos no salía el bebé tendrían que hacerme una cesárea, así que me dije a mí misma “sí, puedo” y ahí empezó el reto más grande de mi vida: traer al mundo a mi bebé.

A las ocho de la tarde nació. Mi marido y yo lloramos como nunca. Él me abrazo y escuché el llanto de ese bebito que me hizo madre. ¡Ya era mama! Él se separó un poco para hacer fotos y mi madre se acercó y me dijo: “¡Ves como si podías!”. Mi hermana me felicitó y me agradeció el haberle dejado compartir ese momento. Yo quise ver a mi bebé, le pregunté a mi madre que por qué lloraba y ella me dijo que lo estaban limpiando. En ese momento se acercó la enfermera con mi bebé y me lo entregó. Desde ese momento descubrí que el amor a primera vista existe, aunque yo ya lo amaba desde antes, pero el amor creció más y cada día crece mas.

El 14 de enero a las ocho de la tarde empezó mi nueva vida como mamá, esa madre que va a luchar contra viento y marea por la felicidad y el bienestar de su bebé.

Ahora está a punto de cumplir 4 meses y tengo la sensación de que el tiempo está corriendo demasiado rápido, que no estoy disfrutando demasiado a mi bebé y eso que paso las 24 horas del día con él.

Si de algo estoy segura es que voy a estar con él siempre, porque le dio una razón más a mi vida y porque cada sonrisa, cada vez que se aferra a mi dedo con tanta pasión, cuando lo descubro mirándome como ningún hombre lo ha hecho, con esa pureza y dulzura, hacen que lo ame cada vez más, un amor que nunca sentí por nadie, un amor que siento porque es la razón de nuestras vidas. Gracias a Dios que nos trajo la dicha a mi marido y a mi. ¡Te amamos Alexander!

Agradecemos a Yavery que nos haya explicado cómo fue el momento de su parto y os recordamos que si como madres queréis compartir con nosotros vuestra historia como ya lo han hecho otras mamás, podéis hacerlo enviando el relato, que debe tener una extensión de entre 5 y 8 párrafos, a historiasdepadres@bebesymas.com con una o dos fotos (mín. 500 px de ancho) en la que salgáis junto a vuestro hijo o hijos.

Seguiremos publicando vuestras historias de madres a lo largo del mes de mayo ya que el Día de la Madre merece extenderse al mes entero y vosotras mamás, merecéis ser protagonistas también en Bebés y más.

En Bebés y más | Mamá, cuéntanos tu historia, Historias de padres


La foto de tu bebé: Lua y Ryu descubriendo juntos

Posted: 13 May 2010 12:26 PM PDT

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Una semana más os traemos la sección de la foto de tu bebé con las imágenes de vuestros hijos. Para esta ocasión hemos seleccionado esta foto de Lua y Ryu, descubriendo juntos los espejitos de un cojín.

Lua tiene 2 años y medio y su madre dice que es un pequeño terremoto porque no para quieta y le hace una trastada tras otra a su hermano. Ryu tiene 1 año y 3 meses y es todo lo contrario, un trocito de pan que nada más nacer mostró que era mucho más tranquilo, aunque ahora que empieza a querer investigar, se está empezando a ganar el sobrenombre de Tsunami, ya que después de un “terremoto” suele llegar una gran ola.

Damos las gracias a su madre, Giovanna, por permitirnos publicar este momento tan tierno y aprovecho para recordar que los papás y mamás que quieran tener la oportunidad de ver una fotografía de su bebé en "Bebés y más" pueden colgar las imágenes en nuestro grupo en Flickr.

Foto | Flickr – giozi
En Bebés y más | La foto de tu bebé


Ser un buen padre (II)

Posted: 13 May 2010 09:11 AM PDT

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En el primer tema que titulabamos Ser un buen padre dimos algunos consejos para que los papás afronten esta nueva etapa de su vida con plenitud y consiguiendo ser ese modelo coherente y amoroso que pueda inculcar en el niño seguridad y empatía hacia los demás. Hoy seguiremos repasando otras ideas para mejorar en el trabajo placentero que es la paternidad.

Tienes que ganarte el respeto de tu hijo

Si nuestra educación fue en exceso autoritaria, incluso si deseamos cambiar la tendencia, resulta a veces inevitable que nos broten comportamientos expeditivos e impositivos. El “lo digo yo y punto” no es educativo y simplemente supone el obligar al niño a la obediencia por el miedo, no por el respeto sincero.

Las personas a las que de verdad respetamos son aquellas que muestran con su comportamiento la capacidad de escucha, negociación y respeto hacia los demás. En los niños no es diferente, puede que nos obedezcan, pero si lo hacen por obligación y no por convencimiento no estaremos poniendo las bases de la confianza mutua.

Todos nos preocupamos por nuestros hijos y deseamos que nos escuchen, que nos hagan caso, para ayudarles a hacer las elecciones correctas ahora y en el futuro. ¿Es sencillo lograrlo sin mandarles obedecer sin rechistar?

Puede que cueste más tiempo y esfuerzo el negociar y escuchar, el ganarse la confianza, pero desde luego da mejores frutos. En la infancia presente lograremos que el niño nos cuente sus preocupaciones y miedos, sus sueños, sus dudas, si está seguro de que lo atenderemos sin recriminarle ni hacerle daño con palabras duras. En el futuro, cuando sea un adolescente, habrá aprendido que su padre es digno de confianza y respeto, pues siempre le escuchó de ese modo. Hay que ganarse ese respeto y esa confianza desde la primera niñez. Luego, es tarde, cuando ya no nos obedezcan por miedo no podremos ni siqueira saber que bulle en su mente y no podremos ser esa figura adulta que los ama y los acompaña en el dificil crecimiento hacia la juventud y la vida adulta.

Otra cuestión no es ya solamente tener el tiempo y la disposición de hablar con ellos, también es muy importante la actitud y los temas que tratemos. Papá no puede ser el que regaña y castiga, esa figura amenazante que la madre cita para mantener uns disciplina que se le va de las manos. Esto es labor de ambos progenitores, que, dejando atrás los modelos de una sociedad patriarcal en la que el hombre era la autoridad máxima de la casa, manejen las decisiones en común, de forma igualitaria.

Y es que si papá es que va a echar la regañina y nunca tiene tiempo para los niños si no es para dar un repaso a sus malos comportamientos, no podrá ser esa persona cercana y fiable a la que el hijo se acercará libremente.

Engendrar e incluso cubrir las necesidades básicas del niño no algo que despierte en ellos el respeto por las buenas ni es lógico esperar que nos obedezcan sin más. El respeto se gana con respeto, nunca me cansaré de repetirlo.

Ser padre también es poner límites

Por supuesto, ser un buen padre también es poner límites. El niño necesita límites para crecer seguro. Los límites no son a los abrazos, al tiempo en común, al amor, a la atención de sus necesidades emocionales. Los límites son necesarios para establecer reglas de convivencia, y todos ellos se resumen en el respeto, respeto que debe ser mutuo y que solo podemos coherentemente esperar si lo damos previamente.

También hay límites físicos necesarios y la obligación de ambos, papá y mamá, es determinarlos. No es que tengamos que mandar callar al niño y estarse quieto si molesta, pues a lo que me refiero es a preocuparnos de permitir que nuestros niños se desarrollen libremente, según sus necesidades evolutivas de crecimiento y exploración, en ámbitos seguros y adecuados para ellos.

Espacios y ámbitos adecuados para los niños son un límite que es nuestra responsabilidad. Si nos empeñamos en llevarnos al niño a un bar, una larga comida de restaurante, un hospital visitando a un enfermo o a una pariente recién parida, una reunión de adultos donde no se puede jugar ni correr, espacios peligrosos en los que no puedan moverse libremente y donde vayamos a tener que estar pendientes regañando continuamente, sitios donde nadie vaya a escucharlos y estén sin atención ni poder participar en la conversación, no son sitios adecuados para los niños.

Debemos limitar en lo posible el que tengan que permanecer en ellos, pues no están hechos a la medida de los niños y violentan sus necesidades de ser atendidos y de poder moverse, cosas que su naturaleza les impele a hacer.

Obviamente hay cosas que no se pueden hacer: meter los dedos en un enchufe, el bocadillo en el DVD, tirar al suelo los objetos delicados, saltar por muebles que pueden volcarse, pegarle al hermanito, asomarse a la ventana, cruzar sin darnos la mano. Pero estas y muchas otras las podemos prevenir igualmente adecuando espacios, tiempos y atención a buscar evitar ese tipo de situaciones. De nuevo el límite no es recurrir por costumbre a pegarles un grito, sino proveer a los niños de ámbitos limitados adecuados para que, en ellos, puedan ser libres.

Conclusión

Hemos visto que para ser un buen padre hay que saber ganarse el respeto mediante el respeto y saber poner límites adecuando las situaciones a las que exponemos al niño a sus necesidades evolutivas.

En Bebés y más | Ser un buen padre (I)


La dieta bebé: las famosas comen potitos de bebé para mantener la línea

Posted: 13 May 2010 03:00 AM PDT

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Seguro que muchas mamás conocen diversas “dietas milagro”. Seguro que en una u otra ocasión han tirado de alguna de ellas para rebajar rápidamente algunos kilos de más y seguro que más de una se sumaría al último grito en dietas milagro: la dieta bebé.

Digo que es el último grito porque estos días se está hablando mucho de ella, básicamente, porque es la dieta que están siguiendo celebridades como Jennifer Aniston o Gwyneth Paltrow, pero no porque sea especialmente recomendable, que no lo es.

La dieta bebé consiste en comer 14 potitos infantiles durante el día y una cena de adulto que sea saludable. Jennifer Aniston ha declarado al respecto que funciona, pues ha perdido tres kilos en una semana, sin embargo Tracy Anderson, la artífice de dicha dieta ha explicado que más que una dieta para perder peso, es una medida para hacer “limpieza”, un estilo de alimentación dirigido a eliminar toxinas y mantener el sistema digestivo en marcha.

Dicho de otro modo, la dieta funciona, ya que el sistema digestivo se activa como si le hiciéramos un “reset” y porque las calorías que aportan los potitos son menores que las que aporta la comida de adultos pero, como suele suceder con las dietas líquidas, los kilos que se pierden fácilmente se recuperan también fácilmente.

Esto hace que la dieta bebé sea, realmente, un método poco recomendable (si no eres actriz y necesitas pesar unos kilos menos para una película), ya que, en el momento en que vuelvas a comer comida de adulto recuperarás los kilos que has perdido y, quizás, hasta un poco más.

La solución podría ser entonces mantener una dieta a base de potitos, sin embargo se crearían diversos déficits nutricionales, ya que los potitos de bebés son eso, alimentos destinados a los bebés, cuya corpulencia, peso y necesidades son muy diferentes a las de un adulto. Además sería muy difícil mantener dicha costumbre, porque el comer es un acto social que nos relaciona con otras personas y comer potitos infantiles limita bastante las posibilidades de comer con otros adultos.

Vía | El País
Foto | Flickr – jencu


La importancia de que el papá le hable al bebé dentro de la tripa

Posted: 13 May 2010 01:00 AM PDT

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Antes se creía que el padre no tenía un papel activo hasta que el bebé había nacido, pero vamos conociendo que la etapa prenatal es sumamente relevante para el desarrollo de la personalidad del bebé. Por eso, se hace hincapié no sólo en que la madre se conecte con él, sino también en la importancia de que el papá le hable al bebé dentro de la tripa.

Los papás que se involucran desde el embarazo y que le hablan todos los días al bebé dentro de la tripa establecen un mayor vínculo afectivo y una mejor relación con su hijo.

Así lo ha afirmado el psiquiatra Thomas R. Verny, fundador de la Asociación Norteamericana de Psicología Prenatal y Perinatal, quien ha estado recientemente en nuestro país en unas jornadas dirgidas a matronas organizadas por Suavinex.

El bebé es un ser emocional y lo es desde el momento en que su cerebro es capaz de recibir estímulos. No se sabe a ciencia cierta cuál es el momento preciso en el que el bebé empieza a sentirse influenciado por los señales que le llegan del mundo exterior, pero es aproximadamente a partir de las 20 semanas cuando el área del cerebro destinada a la audición recibe sonidos que le producen emociones.

Oir cada día la voz de su padre que le habla en un tono cariñoso envía señales positivas a su pequeño cerebro en gestación, lo cual contribuye a moldear una personalidad sana y equilibrada.

Según el especialista, es válido comparar al bebé que todavía no ha nacido con un niño de 6 años, pues influirá en su personalidad de distinta manera ser ignorado o no por su padre.

La haptonomía, o ciencia de la afectividad, es también una práctica dirigida en ese mismo sentido: el de establecer un vínculo con el bebé por nacer, pero en este caso a través del tacto.

Como conclusión podemos decir que la participación del papá, a través del tacto, la voz y acompañando a la madre durante la gestación, es esencial para crear un vínculo afectivo temprano con el bebé por nacer, que por supuesto repercutirá en su vida fuera del útero.

Foto | © PhotoXpress.com, reproducida con autorización.
Vía | ABC


Un brindis muy especial

Posted: 12 May 2010 11:04 PM PDT

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Imagino que si tenéis hijos pequeños habréis comprobado que los brindis les llaman la atención. Desde las primeras fiestas o celebraciones, el chocar los vasos o las copas en señal de buenos deseos, de felicitación o agradecimiento les resultarán interesantes.

No es de extrañar, con ese ritual del levantar de los comensales, las copas, el tintineo y la fiesta alrededor del brindis: “¡Chin chin! ¡Salud! ¡Felicidades! ¡Arriba, abajo, al centro…!”

Así que mi hija mayor, desde los últimos cumpleaños, de vez en cuando le da por brindar con nosotros en la mesa, sobre todo si coincidimos a la hora de beber, y hacer un “chin chin” (despacito, eso sí, que ya rompió un vaso y aún se acuerda del susto…).

Pero el brindis que me propuso ayer me dejó boquiabierta, primero porque no entendía muy bien, y tronchada de risa después.

Estaba ella acabándose la taza de leche del desayuno, y yo me acomodé cerca de ella para darle de mamar a la pequeña que se acababa de despertar. Se me acerca mostrándome la taza y éste fue nuestro diálogo (los paréntesis son míos):

-Chin chin, mamá.
-¿Chin chin? No estoy bebiendo nada, cariño.
-Noooooo…. (que no te enteras, mamá). Chin chin, Emma.
-(Pausa, asociación de ideas…) Aaaaaaaahhhhh! ¿Quieres brindar con Emma?
-¡Sí, mamá! (Por fin te enteras)
-¡Jajajajajaja! ¿Y cómo brindamos?
-¡Teta!

Bueeeeno, pues ahí me tenéis a mí apartando a la pequeña (que a todo esto y dadas las carcajadas había dejado de mamar como podéis imaginar), inclinándome hacia la taza y en un ejercicio de malabarismo y flexibilidad, ¡chin chin!, brindar con mi hija taza a teta. No se escuchó tintineo ninguno, pero la gracia del momento brindis me acompañó resonando todo el día…

Fotos | Lisa Brewster y Mycael en Flickr
En Bebés y más | Mostrar un cariño exagerado al hijo mayor, El amor se multiplica con cada hijo, Ser mamá por segunda vez: sensaciones


¿Deben los abuelos cuidar de nuestros hijos?

Posted: 12 May 2010 09:00 PM PDT

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Sé que entro en terreno resbaladizo al hablar sobre este tema, porque más de la mitad de la población deja cada día a sus hijos al cuidado de sus padres, sin embargo quiero hacerlo porque es una realidad que existe desde hace tiempo que parece estarse convirtiendo en un recurso habitual y que hace que los abuelos de ahora vivan un tipo de vida diferente al que vivían años atrás.

Tiempo atrás nos cuidaban nuestros padres y nuestros abuelos echaban una mano, estaban siempre dispuestos a tapar agujeros y, en esa situación, disfrutábamos todos. Ahora en cambio cuidar de los nietos se ha convertido en obligación para más de uno y, ya se sabe, cuando algo se hace por obligación, pierde algo de encanto.

Dice un estudio reciente del Ministerio de Sanidad que el 70% de los abuelos de más de 65 años cuidan de sus nietos y que el 49% lo hace diariamente, durante un período de tiempo de entre cinco y seis horas. A la ministra, este hecho le parece una “conquista social” hasta el punto de proponer que el 2012 sea declarado “Año europeo del envejecimiento activo y la solidaridad intergeneracional".

¿Conquista social

Dicho así suena hasta bien, sin embargo no es más que una bonita manera de decir que el sistema es tan deplorable, o el nivel de vida de las personas tan elevado, que al necesitarse dos sueldos para vivir los abuelos tienen que hacerse cargo de los niños.

Dicho de otro modo, las personas que han pasado toda su vida trabajando de sol a sol para sacar adelante a su familia, habitualmente con un solo sueldo en casa, y que se han jubilado a sus 65 años con los deberes hechos, para disfrutar, por fin, de la vida, tienen que volver a tener obligaciones diarias que exigen no poca energía y a esto debemos llamarlo conquista social.

No soy abuelo, evidentemente, pero he podido leer y escuchar la opinión de más de uno y, aunque evidentemente hay de todo, muchos lo viven con resignación.

Pero estar con los nietos es una maravilla

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Por supuesto, y seguro que más de un abuelo se siente feliz y completo pudiendo ejercer de cuidador a diario. El problema es para aquellos que no saben decir que no y se comprometen hasta tal punto que su vida gira, una vez jubilados, alrededor de sus hijos y sus nietos, preparando desayunos, comidas y meriendas y ejerciendo casi de padres, cuando su deseo sería otro.

Está claro que realidades hay tantas como parejas y que hay familias en las que la presencia de los abuelos es un bien inestimable y absolutamente necesario, pero hay muchas otras que transforman uso en abuso y, sinceramente, si alguna vez llego a conocer a mis nietos, cuidaré de ellos lo mejor que pueda si hace falta, pero si no hace falta, prefiero que los críen sus padres y yo ya me dedicaré a visitarlos y a recibirlos las veces que haga falta (incluso a diario, si me dejan).

Cuando el abuelo se convierte en padre

Dije ya en una entrada anterior que muchos abuelos disfrutan de sus nietos porque “a ti hijo te crié, pero a mi nieto lo malcriaré”. Esta relación de bondad, cariño y amistad es impagable. Tanto que los niños acaban adorando a sus abuelos y abuelas.

Sin embargo, cuando éstos deben llevar la responsabilidad de cuidar de ellos sin la presencia de los padres, durante varias horas al día, es evidente que la labor de abuelo se resiente, porque el abuelo debe ejercer de padre (o la abuela de madre).

Mis padres han estado cuidando de mi sobrina los primeros 3 años, hasta que ha entrado en el colegio. Cada día, desde las 7 de la mañana, hasta aproximadamente las tres de la tarde han estado con ella.

En todo ese tiempo la han visto empezar a comer, a andar, a hablar y todos esos progresos que cualquier padre y abuelo querría vivir. Sin embargo también la han tenido que ver llorar, enfadarse, quejarse, jugar, romper, destrozar, desobedecer y todas aquellas cosas que los niños hacen, pero que suelen acabar molestando a los adultos.

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En esas situaciones mi padre ha querido educar a la niña y, en más de una ocasión, la ha enviado al rincón de pensar, la ha dejado llorando, le ha negado cosas para que aprenda que no se puede tener todo y en definitiva ha tratado de educarla como mejor ha podido o sabido.

El caso es que durante más o menos un año, por la razón que fuera, la niña dejó de acercarse siquiera a su abuelo. No quería verlo y, cada vez que le oía, se escondía en las faldas de mi madre. De hecho me cogió temor a mí también por el simple hecho de parecerme físicamente a mi padre.

Está claro que es un caso aislado, pero pude ver con pena cómo mi padre se lamentaba ante el rechazo de aquella personita, su nieta, por la que daría todo.

Como digo, por mis nietos haré lo que haga falta, pero que los eduquen sus padres (que suficiente esfuerzo mental hago ahora para educar a los míos lo mejor que puedo).

Conclusión

El problema es probablemente de base. El sistema ha cambiado y las necesidades también. Antiguamente veraneábamos en un pueblo a 30 km de nuestra casa y ahora pareces estrecho de miras si no coges un avión y te alejas del mundanal ruido. Antiguamente íbamos a los sitios caminando, paseando incluso, disfrutando del entorno. Ahora se camina corriendo, con la mente ocupada en otras cosas y siempre con prisas. Antiguamente vivíamos todos apretados, teníamos pocos juguetes y los que teníamos debíamos eran de todos.

Ahora necesitamos una casa cada vez más grande, otro piso en la costa si puede ser, un coche grande para los desplazamientos largos y un coche pequeño para la ciudad, una Playstation para desconectar, una tele de 80” para ver los programas del corazón, una escapadita los fines de semana, también para desconectar, y dos trabajos para pagar todo esto.

Y claro, en este berenjenal en el que nos hemos metido (o nos hemos dejado meter), tras la pregunta “¿y ahora los niños con quién?, han aparecido los abuelos, esos grandes olvidados, para poner un parche a la sociedad de consumo que hemos creado.

Mientras estén de acuerdo, genial, perfecto, pero por favor, no conviertan en obligación lo que ellos harían por gusto.

Fotos | Flickr – ornchief, Brian Finifter, N.Y. State Of Mind
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